Sabemos que nuestra organización del espacio está íntimamente relacionada con nuestro propio esquema corporal y que la estructura que hacemos del mundo externo, primeramente la relacionamos con nuestro yo y luego con el resto de personas y objetos estáticos o en movimiento que nos rodean. Es por ello que podemos decir que el conocimiento que adquirimos del mundo externo lo tomamos cogiendo como referencia nuestro cuerpo y organizamos todas nuestras precepciones en función de los vínculos que mantenemos con el medio que nos rodea, reportándonos continuamente una importante retroalimentación.
Cogiendo como base la importancia que tiene la orientación espacial para el desarrollo creativo de los niños, hemos desarrollado en A horta de Artes una actividad que ha resultado de lo más divertida. Hemos buscado un pequeño bosque, en el que habiendo espacio suficiente para correr, los troncos de los árboles están razonablemente juntos y ordenados. Primero han recorrido libremente el espacio, investigando a su antojo las distancias en relación con sus cuerpos, así como el grosor de los troncos, distancia entre ellos, conjunto del espacio... Con esta primera toma de contacto lista, nos hemos apartado un poco del bosque, y allí les hemos vendado los ojos. Comprobando que no veían nada, los hemos acompañado de nuevo hasta el bosque, y después de girar un par de veces sus cuerpos, damos salida a la carrera.
Deberán recorrer el bosque entre andando rápido y corriendo (eso dependerá de la edad del niño) y guiarse en el recorrido (para evitar chocar) por una voz guía que le irá diciendo derecha o izquierda según sea necesario.
Adaptándonos a la edad de los niños (o de los adultos) podremos aumentar la velocidad en el recorrido, pero también reducir la distancia de reacción ante la palabra que lo guía.
Al principio parece muy difícil y la inseguridad hace que el cuerpo no quiera avanzar rápido, pero a medida que se va ganando confianza y asegurando la orientación espacial, el propio participante descubre que puede aumentar la velocidad y orientarse sin problema.
Cubrimos los ojos con un pañuelo, en un lugar un poco apartado de la zona en la que vamos a jugar. |
Con los ojos vendados los acompañamos hasta el bosque y les damos unas vueltas sobre si mismos. |
A medida que aumente su confianza y afiancen su conocimiento espacial, podrán hacer el recorrido mucho más rápido y por lo tanto más divertido. |
Al final del recorrido deberán salir del bosque simplemente guiados por el sonido de la voz de la persona guía. |
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