Para esta curiosa actividad hemos cogido como referencia el fuego. Si observamos con calma, vemos que al compartir una llama, esta lejos de dividirse, se hace mucho más grande. Tal es el poder que tiene el fuego, que cuando este se comparte, siempre aumenta.
Nuestra nueva actividad tiene una doble vertiente, por una lado expresar la fuerza del fuego cuando se propaga, como gesto representativo de "compartir"; y por otro lado, representar el poder destructivo del mismo.
Para llevar a cabo nuestra idea, hemos elaborado un árbol con cerillas. En su centro hemos puesto un corazón, que representa los sentimientos, y a su alrededor, un bosque de cerillas con forma de árbol que quemaremos con la ayuda de una sóla llama.
El fuego se comparte cerilla a cerilla, y lejos de disminuir una vez ha comenzado, se multiplica, hasta formar una sola llama con forma de árbol. Así son los buenos sentimientos, cuanto más compartimos, más se multiplican, formando uno solo mucho mayor.
Pero este fuego a la vez, es destructivo y con el mostramos la metáfora del bosque que con una sola y pequeña llama, puede acabar completamente destruido.
Debemos valorar la importancia del bosque en nuestras vidas, como un corazón verde y un auténtico pulmón de nuestro planeta. La imprudencia a veces, y el egoísmo y la locura otras, producen auténticos estragos en nuestros bosques y en los de todo el mundo, con consecuencias terribles para nosotros, sobre todo a largo plazo. Muchos de estos bosques calcinados no volverán a existir, hemos destruido su corazón, y otros habrá que esperar cientos de años a que vuelvan algún día a ser lo que fueron.
Al realizar esta actividad con los niños es muy importante que comprendan el laborioso y lentro proceso de crear el bosque-árbol de cerillas, con precisión y mucha paciencia, frente a la facilidad de poder destruirlo sin dejar rastro con tan solo encender una cerilla.
Como realizar esta actividad:
1. Sobre un tablero de madera dibujamos con ayuda de una plantilla el árbol o objeto que hayamos elegido (podemos también hacer siluetas de hojas, flores...)
2. Con el perfil terminado, rellenamos todo el interior con una fina capa de plastilina
3. Cogemos unas 3/4 cajas de cerillas todas de la misma altura (suficientes para un objeto de unos 30 cm de alto) y vamos cubriendo toda la superficie de la plastilina empezando desde el centro hasta exterior y con la cerillas lo más juntas que nuestro pulso nos permita.
4. Con el árbol terminado, vamos a un lugar en el exterior (no hacer nunca esto dentro de casa), encendemos una cerilla y la acercamos hasta otra cerilla de la base del árbol. Al instante prenderá y comenzara a compartir la llama con el resto de la cerillas hasta calcinar por completo todo nuestro árbol.
Con ayuda de una plantilla de papel dibujamos la silueta del árbol en un tablero de madera. |
Rellenamos con plástilina toda la superficie del árbol. |
Una a una vamos colocando nuestras cerillas lo más juntas que podamos. |
Para que nos sea más facil y no descolocar las cerillas ya puesta, lo mejor es empezar del centro a los extremos. |
Colocamos alguna cerilla que pueda haberse movido. |
Con una cerrilla de palo largo... |
prendemos fuego a la base de nuestro árbol... |
... y vemos como poco a poco el fuego se extiende hasta la copa y el corazón del árbol... |
quemando todas y cada una de las cerillas |
no dejando ni una sola en pie. |
Y así queda nuestro árbol después del fuego. Su corazón quemado, y sin ramas, ni hojas, ni troco. Sin base para su futuro. |
Que el acto de compatir siempre sea algo bello y constructivo y que nunca se apague su llama.
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