En A horta de Artes este ha sido un verano muy intenso. Lejos de todo pronostico en el que auguraban un verano "pésimo" hemos disfrutado de uno de los mejores veranos gallegos, en lo que a climatología se refiere y eso se ha notado y mucho.
Pero en lo que aprendizaje y crecimiento personal toca, hemos exprimido los días gota a gota. Hemos plantado y recogido hortalizas, frutas y verduras de muchísimas clases, las hemos visto crecer, abonar y cuidar para elaborar luego con ellas nuevas y ricas recetas. Hemos visto caer la noche con su luna y sus estrellas sin un techo sobre nuestras cabezas. Hemos recorrido caminos y bosques, rios y prados, hemos caminado... mucho, mucho. Hemos aprendido a meditar a los pies de los grandes maestros: los árboles. Hemos mojado y remojado nuestra piel en la mar salada. Hemos aprendido que el esfuerzo es siempre necesario para alcanzar nuestras metas, y que todo principio tiene su fin y todo fin su principio.
Pero sobre todo con y en la naturaleza hemos aprendido a esperar, a creer y crecer, y lo más importante, aprendemos a vivir.
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